
En el contexto de la conmemoración de los 52 años del golpe militar de 1973 en Chile, la Universidad de Magallanes (UMAG) abrió un espacio de encuentro y creación, a través del taller “Memoria escrita, memoria viva: escritura creativa para dialogar con la memoria”. La actividad se realizó el miércoles 24 de septiembre, y fue organizada por la Dirección de Equidad de Género y Derechos Humanos, con el objetivo de fomentar la preservación de la memoria histórica.

Karla Raín Barría, representante de la unidad organizadora, explicó que “durante el mes de agosto hicimos tres talleres, dedicados exclusivamente a memoria y escritura creativa. Los primeros dos eran mixtos, abiertos a toda la comunidad, y el tercero fue exclusivamente para mujeres. La idea de esto es hacer una recopilación de cuentos, relatos, poesías, y levantar una pequeña compilación digital. De hecho, del primer grupo de talleres ya se hizo una compilación digital, que está en revisión ahora”.
La convocatoria de septiembre surgió a partir de la recomendación de replicar la experiencia, esta vez en coincidencia con la conmemoración del golpe de 1973. “Éste es el cuarto taller que hacemos”, puntualizó Rain, subrayando que el propósito no es sólo ofrecer un espacio de expresión, sino también preservar los relatos en un formato compartido, accesible para la comunidad.

El taller fue dictado por el escritor Pavel Oyarzún, reconocido por su obra literaria y su constante reflexión sobre la dimensión social de la literatura. Oyarzún detalló que la invitación fue a guiar un espacio donde confluyan memoria y escritura, tal como se ha apreciado en los sistemas de persecución y represión a nivel global, que han dado origen a una vasta tradición literaria. “Desde que hay cárceles, hay literatura de cárceles. Desde que hay prisiones, hay poesía de prisiones. Entonces, lo que quiero es entregar algunas nociones con respecto a aquello, a que el testimonio es parte de la literatura y es parte de la condición humana, prácticamente. Es parte del lenguaje”, aseveró.
El testimonio como parte de la literatura
Oyarzún explicó que la metodología combinó ejemplos literarios con ejercicios prácticos, para que los participantes puedan explorar tanto el valor del testimonio como los elementos básicos de un texto literario coherente. La actividad contó con la participación de personas de distintas generaciones, quienes compartieron motivaciones y experiencias.

Una de ellas fue Marta Matus Millar, sobreviviente de la dictadura militar que ya había participado en un taller anterior. A ella la motiva haberse encontrado con jóvenes que desconocen lo ocurrido en esa época, o que han recibido versiones distorsionadas de la historia. “La motivación es más que nada, para mí, la memoria, porque pienso que es una de las cosas que nos falta mucho en el país. En lo personal, soy una sobreviviente del 73: cárcel, exilio, etcétera. Pero lo que nos falta es trabajar más la memoria, sobre todo para los jóvenes, para los niños más pequeños. No se trata de sembrar odio, sino de que conozcan la historia y comparen, para que no vuelva a pasar”.
Otra voz destacada fue la de Patricia Ojeda Mayorga, escritora, descendiente de preso político e integrante de la colectiva Cueca Sola. “Quiero agradecer la invitación de la Universidad de Magallanes, de considerarnos como agrupación de mujeres para participar en este proyecto, y darle esa visión de género que a veces se pierde en la memoria. Hemos luchado tanto por estar presentes con nuestras historias, con nuestras luchas, con nuestros derechos ganados”.

Una de sus banderas de lucha es reflejar en su escritura lo que pasó con esa generación que vivió su primera infancia en dictadura; visibilizar a las generaciones que eran niños y niñas al momento del golpe, o que nacieron pocos años después. “Tenemos toda la memoria en nuestros genes, en nuestro ADN. Tenemos un daño transgeneracional tremendamente fuerte, y el hacer memoria, el hacernos visibles, ya es un acto de reparación y de sanación. Por eso estoy acá”.



