Huellas Atávicas: cuando el arte y la arqueología se encuentran en una residencia

Huellas Atávicas: cuando el arte y la arqueología se encuentran en una residencia

La Universidad de Magallanes (UMAG) cerró recientemente la cuarta versión de su Residencia de Arte y Ciencia “Huellas Atávicas: Arte y Arqueología Austral”, una experiencia formativa de un año que reunió a estudiantes, artistas, investigadoras e investigadores en torno a las primeras manifestaciones culturales del territorio magallánico. 

La instancia, impulsada por la Unidad de Artes, Culturas y Patrimonios de la Vicerrectoría de Vinculación con el Medio de la UMAG, culminó con una ceremonia de clausura abierta a la comunidad, hito en el que se compartieron procesos, reflexiones y proyecciones de los proyectos desarrollados.

Según explicó Nitzamé Mayorga Gallardo, de la Unidad de Arte, Cultura y Patrimonios UMAG, esta cuarta residencia se estructuró en tres etapas. La primera correspondió a una fase de introducción y mapeo de conocimiento territorial, que incluyó salidas a terreno por diversos sitios de la región. La segunda fue un período exploratorio, enfocado en la investigación y el desarrollo de los proyectos personales y colectivos. Finalmente, el tercer momento, estuvo dedicado a la reflexión y a la socialización pública de los trabajos realizados.

“Estas residencias se realizan con comunidades temporales de estudiantes de la Universidad de Magallanes, de diversas carreras, académicos y artistas, que pueden ser locales, nacionales e internacionales”, explicó Mayorga. Agregó que el programa incluyó visitas a sitios como el Parque Nacional Pali Aike, Cueva La Leona, Cerro Benítez, Cueva de los Niños, Cerro Sota y Cueva Fell. En estas salidas participaron arqueólogas y arqueólogos de la UMAG y de Argentina, entre ellos Flavia Morello, Fabiana Martín, Alfredo Prieto, Jimena Torres y Luis Borrero, quienes acompañaron los recorridos y procesos de observación en terreno.

Residencias que se transforman y se expanden

Mayorga destacó que el programa de residencias ha ido evolucionando con el tiempo. En sus primeras versiones, los procesos se concentraban en períodos más breves, lo que llevó al equipo organizador a replantear los tiempos necesarios para un trabajo profundo y situado. “Nos dimos cuenta de que en realidad los procesos son mucho más largos. Por eso ahora la residencia dura un año”, explicó, agregando que ya se proyecta un “ampliado” de la experiencia hacia la región de Aysén, con la intención de articularla con la Universidad de Aysén a partir de marzo próximo.

En esta línea, subrayó además el componente pedagógico que se incorporó de manera experimental durante el año, a través de un proyecto desarrollado por dos estudiantes de Educación Parvularia. La iniciativa se implementó durante tres meses en la Escuela Patagonia, integrando acciones artísticas orientadas a dar a conocer animales prehistóricos de la región, en un contexto educativo marcado por la vulnerabilidad, y con el acompañamiento de la investigadora Judith Pardo.

Desde la mirada artística, Marcela Alcaíno Mancilla, maestra artesana dedicada a la joyería en plata con identidad austral, valoró la residencia como una experiencia de alta intensidad formativa y sensible. “Para mí ha sido súper potente, porque yo he empezado a trabajar con estas temáticas desde hace muchos años, desde los 90. Volver a retomarlas y visitar lugares con los que había trabajado sólo a través de libros fue una experiencia fantástica”, señaló.

La artista valoró, especialmente, el trabajo con estudiantes y el rol del arte en las ciencias. “La divulgación tiene que ver con el traspaso de información y de narrativas a otras personas, que a su vez hacen lo mismo hacia otras. Es una experiencia súper interesante y valiosa, y creo que hay que seguir trabajando en esta temática de arte y ciencia porque es una excelente forma de entregar conocimiento a la comunidad”, afirmó.

Interpretar el pasado desde el presente

Para la arqueóloga Flavia Morello Repetto, doctora en Arqueología e investigadora de la UMAG, la residencia constituye un ejercicio relevante no solo para estudiantes, sino para toda la comunidad universitaria. “En las ciencias trabajamos con metodologías que son una simplificación de la realidad. La interpretación arqueológica también lo es. Estamos siempre interpretando, y esos conocimientos no son un constructo individual, sino colectivo. Estas residencias son un ejemplo espectacular de educación informal, que además se liga con los currículos de los estudiantes, y permite una fusión que va más allá de la interdisciplina: es un trabajo transdisciplinario”, sostuvo.

Desde la experiencia estudiantil, Felipe Rodríguez Vera, tesista del Magíster en Ciencias Sociales de la UMAG, definió la residencia como “una instancia espectacular” para el diálogo entre visiones del mundo. A partir del proceso vivido, su proyecto se orientó a pensar Magallanes como un territorio fragmentado, compuesto por múltiples paisajes e historias que no siempre encajan de manera lineal.

“Tenemos fragmentos de una realidad, de un pensamiento, y los vamos ensamblando para generar sentido. Magallanes también es eso: historias fragmentadas que quizás no estén completas, pero que podemos mostrar en su incompletitud”, explicó. Su propuesta proyecta un trabajo audiovisual que recorra distintas zonas de la región, integrando localidades, personas y reflexiones como piezas de un relato abierto.

Huellas Atávicas forma parte de un programa de residencias de Arte y Ciencia desarrollado por la UMAG desde 2022, que ha abordado temáticas como los fondos marinos del Maritorio Austral (Emergencias del Bentos), el Bosque Subantártico (Raíz) y la geología y paleontología regional (Tiempo Profundo). De acuerdo con sus organizadores, uno de los rasgos distintivos del programa es el carácter horizontal del trabajo, donde el artista no ocupa un lugar central, sino que se integra como parte de un grupo junto a investigadores y estudiantes.