
–El proyecto, que reúne a más de 30 niños y niñas con discapacidad, se ha consolidado como un espacio pionero en la región para fomentar la inclusión social mediante el deporte.
Con alegría, orgullo y un fuerte sentido de comunidad, la Escuelita Inclusiva de Futsal celebró su séptimo aniversario, reafirmando su compromiso con la integración de niños, niñas y jóvenes con discapacidad a través del deporte. El proyecto, impulsado por Óscar Soto De la Fuente, cuenta con el apoyo de la Universidad de Magallanes (UMAG), que ha puesto sus espacios y recursos al servicio de una causa que hoy es ejemplo de inclusión y aprendizaje en la región.
La ceremonia de aniversario se realizó en el Auditorio Ernesto Livacic de la UMAG, junto a niños y niñas de la escuelita, familiares, representantes universitarios y autoridades regionales.
Desde hace siete años, la Escuelita Inclusiva de Futsal ha demostrado que el deporte puede ser una importante herramienta de transformación social. Con un enfoque centrado en la empatía, el respeto y el trabajo colectivo, el proyecto ha logrado reunir a 36 niños y niñas con distintas condiciones —entre ellas autismo, síndrome de Down, Asperger y movilidad reducida— que encuentran en la cancha un lugar donde desarrollar habilidades físicas, emocionales y sociales.

“Estamos buscando la verdadera inclusión con la escuelita. Es un trabajo maravilloso que queremos proyectar en el tiempo. Nuestras familias nos cooperan, nos ayudan, y eso también es un vínculo fundamental para que nuestros niños sigan avanzando en este proyecto tan importante para la comunidad”, expresó Soto De la Fuente, fundador y director de la iniciativa.
El apoyo de la Universidad de Magallanes ha sido clave para que este espacio siga creciendo. La institución brinda las dependencias necesarias para las prácticas deportivas, ofreciendo un entorno seguro y adecuado para los niños y sus familias. “El espacio físico que nos brinda la universidad es fundamental para que nuestros niños puedan ejecutar su trabajo en un lugar seguro, que nos entrega la tranquilidad de estar al nivel de las necesidades que ellos presentan”, agregó Soto.
Para la UMAG, la colaboración con la Escuelita Inclusiva representa una oportunidad concreta de avanzar hacia una comunidad universitaria más diversa y empática. Así lo destacó la docente Magnolia Chaparro, jefa de la Unidad de Acompañamiento Estudiantil: “Nos da la oportunidad de no solo hablar de inclusión, sino de hacerla realidad, abriendo espacios e incorporando a los niños que tienen distintas necesidades educativas especiales. Estas familias nos dan un tremendo ejemplo para seguir avanzando en este proceso inclusivo”.
La participación activa de las familias también ha sido un pilar esencial. Daniela Hernández, madre de Dariel, quien forma parte de la escuelita hace cuatro años, destacó el impacto positivo que ha tenido en la vida de su hijo. “Es un espacio que se preocupa de la discapacidad, de incluir, de respetar y dar amor. Mi hijo ha avanzado muchísimo, ahora sigue instrucciones, participa activamente y disfruta cada entrenamiento. Estoy feliz con la experiencia”, relató emocionada.


El compromiso de la escuelita también ha sido reconocido por las autoridades regionales. El seremi del Deporte, Alejandro Olate, valoró la labor del equipo y su impacto en la comunidad: “Ser parte de una sociedad inclusiva nos permite igualar las metas y que tengan las mismas posibilidades que un deportista convencional, incluso sobrellevando algunos aspectos que un convencional no lo valora. Y eso le da un valor agregado en la acción, en el aprendizaje y en un futuro promisorio a nuestra juventud”.
A lo largo de estos años, la Escuelita Inclusiva de Futsal ha construido una red de apoyo que trasciende lo deportivo. Sus prácticas combinan la enseñanza técnica del futsal con el desarrollo de habilidades sociales, la comunicación y la confianza, fomentando la integración entre familias, voluntarios y profesionales.
En este nuevo aniversario, el desafío es seguir creciendo. “Eso es lo que necesitamos. Hablar de inclusión es creer que tenemos al lado a alguien que requiere nuestro apoyo, pero que también lo necesitamos para hacer vida este enfoque, esta mirada distinta”, concluyó Chaparro.