
Tras los preocupantes resultados de la Encuesta Nacional de Actividad Física y Deporte 2024, que reveló que apenas el 24,8% de los escolares en Magallanes cumple las recomendaciones mínimas de actividad física, la Universidad de Magallanes (UMAG) se pronunció reafirmando su compromiso con la promoción de hábitos saludables desde la infancia.
En una entrevista a La Prensa Austral, Javier Albornoz Guerrero, académico del Departamento de Educación y Humanidades, y Doctor en Actividad Física y Deporte, advirtió que “la situación es crítica y exige acciones intersectoriales urgentes que vayan más allá de campañas puntuales, interviniendo infraestructura, cultura escolar y hábitos familiares”.
Según explicó el experto, la falta de actividad física no solo impacta en el bienestar físico de los niños y adolescentes, sino también en su salud mental, capacidad de aprendizaje y calidad de vida futura. “Se consolida un círculo vicioso de sedentarismo, aumento de peso, baja aptitud física y mayor exposición a pantallas. Sin intervención sistemática, esto anticipa problemas cardiovasculares y metabólicos desde edades tempranas”, enfatizó.

Cómo enfrentar el problema
Entre las medidas que propone el especialista, están:
- Consolidar un currículo obligatorio activo, aumentando la carga de Educación Física a 180 minutos semanales desde jardín infantil hasta 4.º medio, distribuidos en tres bloques de 60 minutos o dos de 90 minutos. Este tiempo debe incluir al menos una sesión centrada en fuerza y motricidad, otra en juegos predeportivos y una de actividad aeróbica cooperativa. Además, propone sumar 60 minutos diarios de recreos activos o circuitos motrices, en el marco de una “jornada escolar activa”. El cumplimiento de esta carga horaria sería controlado a través del Sistema de Información General de Estudiantes (SIGE), asegurando un seguimiento efectivo.
- Implementar programas multicomponente basados en evidencia, como el Modelo EF-Salud, que contempla micro-sesiones diarias de fuerza de 5 a 10 minutos, junto a educación sobre higiene del sueño, nutrición y control del uso de pantallas. A esto se sumarían descansos activos videoguiados (denominados Active Classes), de 5 a 10 minutos, dos veces al día, integrando contenidos curriculares para favorecer la concentración, el ánimo y el clima de aula. Se espera que ambas estrategias lleguen al 100 % de las salas, garantizando al menos cuatro pausas activas semanales por docente.
- Fortalecer infraestructura y accesibilidad, creando entornos que incentiven el movimiento, como pistas de 200 metros demarcadas en patios escolares, estaciones de calistenia, iluminación adecuada y mejor seguridad en canchas barriales, además de señalizar “rutas camina-al-cole”. La meta inicial es duplicar las infraestructuras activas disponibles y supervisar su uso mediante registros y observación sistemática con el método SOPLAY.
- Capacitar a docentes y familias como agentes de cambio. A través de un programa “Escuelas que se Mueven”, que contempla 20 horas anuales de perfeccionamiento docente en circuitos de fuerza, ludomotricidad y uso saludable de tecnologías, junto a talleres trimestrales para padres y apoderados sobre control de pantallas y rutinas de sueño. Se espera certificar al 80% del profesorado regional y lograr la participación de al menos 30% de las familias, construyendo una red de apoyo social que fomente y sostenga estos cambios.
- Establecer un sistema de monitoreo y evaluación continua, aplicando en todos los establecimientos escolares las baterías ALPHA-Fitness e IFIS cada abril y noviembre, evaluando fuerza de prensión, salto horizontal, Course-Navette, IMC y percepción de salud. Los resultados se entregarían en reportes automáticos a las familias y Direcciones de Educación Municipal, con el objetivo de mejorar en al menos 5% el VO₂máx y la fuerza media por curso cada semestre.
El rol clave de Pedagogía en Ed. Física

Para concretar estas transformaciones, Albornoz comenta que la carrera de Pedagogía en Educación Física de la UMAG juega un rol protagónico. Según informó, la unidad académica ha ido renovando su plan de estudios, alineándolo con las directrices de la OMS y los modelos más recientes de intervención escolar. Además, está fortaleciendo sus prácticas profesionales con enfoque de servicio-aprendizaje, permitiendo a sus estudiantes implementar pausas activas, micro-sesiones de fuerza y evaluaciones físicas semestrales en escuelas municipales de la región.
Paralelamente, planteó que la carrera podría liderar la implementación de un Observatorio Regional de Actividad Física Escolar, que no solo permita sistematizar datos para la gestión pública, sino levantar una plataforma para el desarrollo de tesis de grado, proyectos de investigación FONDECYT y asesorías técnicas a establecimientos, municipios y servicios de salud.“De esta forma, la carrera no sólo forma profesores; forma líderes capaces de defender, con datos, el derecho de cada niño y niña a moverse, aprender y prosperar”, enfatizó el académico.
A modo de conclusión, el académico afirmó que “adoptar este paquete integral no solo es un ajuste horario, es una estrategia sanitaria, pedagógica y de equidad capaz de frenar la tendencia al sedentarismo, proteger la salud futura de la región y liberar el potencial cognitivo y socioemocional de toda una generación”.