En dependencias de la Sala de Conferencias de la Facultad de Ingeniería la carrera de Terapia Ocupacional de la Universidad de Magallanes llevó a cabo el “IV Seminario de experiencias de co-construcción de Asistencias Tecnológicas a bajo costo”, proyecto enmarcado en la metodología Aprendizaje+ Servicio (A+S) y desarrollado en la asignatura de Tecnologías Asistidas y Productos de Apoyo, por estudiantes de tercer año.

En la ocasión, las y los alumnos divididos en 9 grupos mostraron el desarrollo de las asistencias técnicas confeccionadas por ellos, y para las que debieron emplear toda su creatividad y esfuerzo, considerando los distintos tipos de diagnósticos que poseían las personas, entre las que están una lesión medular grave, multidéficit o discapacidad múltiple, Trastorno del Espectro Autista (TEA), parálisis cerebral, artritis reumatoide y Alzheimer.

La directora del Departamento de Terapia Ocupacional, Carolina Vásquez Oyarzún comentó que esta asignatura está muy relacionada con la metodología Aprendizaje + Servicio que impulsa la UMAG para trabajar desde lo práctico y no sólo desde la docencia. “Acá los chicos tuvieron una experiencia real con usuarios por ejemplo del Hospital Clínico. Vimos el caso de una persona con una lesión medular grave, para que, a través de una ayuda técnica pudiera ser más independiente incentivándolo a utilizar la silla neurológica que le habían entregado y que se negaba a utilizar. Se trata, en definitiva, de una instancia donde los estudiantes están exponiendo el trabajo realizado durante todo el semestre y los resultados de estas ayudas técnicas que ellos implementaron”, apuntó.

La docente a cargo de la actividad Marcela Gómez Godoy, magíster de Educación en Ciencias de la Salud y especialista en Accesibilidad, señaló que esta asignatura promueve que las y los estudiantes vayan en busca de las necesidades de la comunidad en función de problemas de accesibilidad, por lo que pasan cuatro semanas ideando, creando y probando con las familias estas ayudas técnicas. “Reconocen alguna persona que presente este tipo de necesidad, lo invitan a participar, le pasan un consentimiento informado donde se establece cuál va a ser la modalidad de trabajo y empiezan a trabajar con estas personas haciendo inventos, maquetas de algo para caminar, comer, leer o simplemente para dormir mejor”, precisó.

Gómez agregó que “si bien es una actividad bastante agotadora para ellos, es súper gratificante el resultado y saber que colaboran y que de alguna forma están ayudando a mejorar la calidad de vida de las personas (…) nadie en la región hace lo que hacemos nosotros y se alinea con los objetivos que tiene la carrera de que ellos aprendan a hacer intervenciones desde el área de salud física y rehabilitación”.

Experiencias

Uno de los casos implicó diseñar una ayuda técnica para vestuario inferior de una persona que presentaba un diagnóstico de parálisis cerebral espástica. Para ello, debieron buscar la mejor manera de facilitar que esta persona pudiera colocarse un calcetín, ya que le requería mucho esfuerzo. Las alumnas Delenn Castillo, Antonia Cofián y Tiara Rabanal contaron como fue este trabajo.

Antonia indicó que el proceso había sido largo y complicado al tratarse de su primer acercamiento con un usuario. “Una de las dificultades que tuvimos fue elegir los materiales adecuados para la implementación y el diseño de ésta, pero a pesar de todo lo pudimos hacer y encontrar una ayuda técnica adecuada para él ya que se cumplió no sólo con la funcionalidad, sino que también con el grado de satisfacción del usuario ya que llegó a 100%. Fue muy satisfactoria para nosotros ver su cara de alegría”.

Respecto de la importancia de contar con este tipo de experiencias las alumnas precisaron que era algo súper positivo. “Uno se imagina que esto en la práctica va a ser algo muy difícil, pero no lo es tanto. Sirve para poner en práctica lo aprendido y nuestras capacidades para poder crear algo al servicio de alguien que lo requiere y que esta pueda realizar sus acciones de manera autónoma, acciones muchas veces básica como ir al baño, colocarse la chaqueta o el calcetín, pero que nosotros no nos damos cuenta lo que le puede llegar a costar a alguien más”, apuntó.

Otro caso fue el de un adulto joven con una lesión medular alta C5 y C6, el grupo estuvo integrado por Catalina Paredes, Samanta Haro y Nicolás Cares.

Catalina agregó que empezaron a investigar y que producto de la lesión, lo único que podía realizar el usuario era la flexión y extensión del brazo izquierdo y mover el cuello. El tronco y las extremidades inferiores están completamente inmovilizadas.

Nicolás dijo que aprovechando la movilidad que tiene del brazo izquierdo y del cuello lo que ellos buscaron fue que pudiera realizar algún tipo de actividades como el lavado de dientes. “Nosotros implementamos un adaptador para que él pudiera hacer esta acción por sí solo”, dijo. Su compañera Samanta Haro añadió que a esta se agregaban dos adaptaciones más, una muñequera producto de una neuropatía que le provocaba hormigueo y dolor en su mano y también un porta cigarros, porque fumaba. “Son todas adaptaciones para su mano izquierda y que él pueda tomar cosas. Nosotros no pudimos verlo en el hospital así que nos comunicamos a través del kinesiólogo y la terapeuta por medio de nuestra profesora. El día que ella nos mostró un video de él contento utilizando lo que nosotros habíamos hecho fue algo que nos llenó de satisfacción y no sé si orgullo, pero fue decir lo logramos”, señaló.

Finalmente, Samanta aludió que el usuario no quería usar la silla neurológica, pero que con las adaptaciones realizadas por ellos ahora sí la utiliza. “Pienso que es satisfactorio para él porque ahora puede realizar algunas actividades y para nosotros como equipo porque a pesar de que no pudimos verlo igual lo ayudamos. Esta experiencia fue muy buena, a mí me gusta mi carrera pero siento que ahora me gusta más porque es la primera vez que ayudamos a una personas que realmente lo necesita”, sentenció.