Investigador del CIGA pesquisa presencia de toxinas marinas en la Antártica
2023/01/13Investigación, Portada UMAG, noticias-El doctor en Biología de la Universidad de Magallanes Máximo Frangopulos, se embarcó por más de 15 días en la “Expedición de Colaboración Científica Internacional: Mar de Weddell y Plataforma de hielo Larsen B”, que se llevó a cabo junto a científicos de Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Chile, y que regresó a territorio nacional esta semana.
Por Rodrigo Cárcamo, Comunicaciones UMAG.
Fotografías: Instituto Milenio BASE
Con el objetivo de estudiar potenciales especies productoras de marea roja, y en una expedición internacional nunca antes vista, el investigador del Centro de Investigación GAIA Antártica (CIGA) la Universidad de Magallanes (UMAG), Máximo Frangopulos se embarcó rumbo a la Antártica profunda en búsqueda de especies productoras de toxinas marinas, las mismas que producen la marea roja en otras zonas de la región y resto del país.
La participación del doctor en Biología e investigador adjunto del Instituto Milenio Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Subantárticos se desarrolló en el marco de una colaboración internacional entre SEDNA Expeditions con sede en Francia, y el Instituto Milenio BASE que tiene a UMAG como parte de sus instituciones albergantes.
La delegación de científicos navegó por el mar de Weddell para realizar estudios sobre microorganismos, líquenes, musgos, plantas, algas, invertebrados marinos, peces, junto con pingüinos Adelia y emperador. Durante todo el recorrido de la navegación que partió desde la ciudad argentina de Ushuaia, Frangopulos tuvo la posibilidad de realizar diferentes muestreos de fitoplancton y zooplancton, extracción y análisis de clorofila, y muestreo pasivo de toxinas marinas.
“Lo que hacemos es pesquisar la presencia de toxinas marinas o de toxinas emergentes en la Antártica y ver si hay potencial presencia de especies productoras de toxinas que producen las mareas rojas. Lo hacemos a través de muestreos de plancton, de agua y de toxinas disueltas que son capturadas con una resina que son como “bolsitas de té” en las que las toxinas se quedan pegadas. Las mantenemos en frío y las traemos de vuelta para su análisis. El muestreo se realiza durante todo el recorrido del barco”, explica el investigador CIGA UMAG.
Frangopulos, también investigador del Centro Internacional Cabo de Hornos para Estudios de Cambio Global y Conservación Biocultural (CHIC), destaca la importancia de la expedición científica antártica, y de realizar muestreos continuos durante todo el trayecto: “La idea es conocer la ruta completa, hacer todo el seguimiento y saber si, efectivamente, en todo el trayecto podemos encontrar presencia o no de especies productoras de toxinas marinas que pueden ser potencialmente nocivas, no solo para el hombre, sino también para los ecosistemas marinos y para las especies que allí habitan”, agregó.
Según comenta el investigador adjunto del Instituto Milenio BASE, este tipo de trabajos contribuyen a tener una señal de lo que está ocurriendo en el continente blanco, considerado una especie de barómetro del cambio climático. “Pensamos que el tema va a ser novedoso porque se sumará a los aportes por saber cómo está cambiando nuestro planeta como consecuencia del cambio climático; y será importante porque estos antecedentes van a constituir una información nueva para el sector”, dijo.
En cuanto al aumento de Floraciones Algales Nocivas (FAN), Frangopulos cree que tiene relación directa con este fenómeno. “Con el incremento de las temperaturas de los océanos, el incremento de las actividades, por ejemplo, acuícola y el incremento en el ingreso de nutrientes en los sistemas costeros, estos, de alguna u otra manera, han contribuido, en los últimos años, con la mayor cantidad de eventos”, asegura el biólogo.
A su juicio, “para mí es casi un hecho irrefutable de que en los próximos años, estos eventos van a ser mucho más frecuentes porque la cantidad de toxinas que estará presente va a ser mucho mayor ya que cada vez se están pesquisando mayor cantidad de microalgas productoras de toxinas o de microalgas tóxicas emergentes, que son especies nuevas, que están ampliando su rango de distribución, están ampliando la frecuencia de estos eventos y también lógicamente los impactos como consecuencia del cambio global van a ser mucho mayores en el ecosistema. Entonces podríamos esperar escenarios bastante poco benignos, por decirlo de alguna manera”.
Junto con lo anterior, el investigador asociado del Centro Internacional Cabo de Hornos, advierte que durante los próximos años “vamos a tener que manejarnos con cautela porque probablemente los periodos en que se manifiesten este tipo de eventos van a ser mucho mayores temporalmente que los que hay actualmente. Si antes un evento duraba uno o dos semanas o uno o dos meses como máximo, probablemente en unos 40 o 50 años más, esta ventana va a ser mucho más amplia y eso va a tener que ver mucho con el cambio de la temperatura de la columna de agua, es decir, si siguen incrementando la temperatura de los océanos, probablemente los eventos de este tipo se van a seguir incrementando en el futuro”.
Finalmente, Frangopulos afirma que hay que tratar de pesquisar de manera anticipada estos eventos “y tratar – resaltó- de desarrollar herramientas predictivas que es lo que más se necesita pero que es más difícil porque estos eventos de repente se pueden generar de un momento a otro, o sea de un día para otro y es súper complejo predecirlo, es decir, se ha avanzado, pero es complejo”.
La “Expedición de Colaboración Científica Internacional: Mar de Weddell y Plataforma de hielo Larsen B” estuvo compuesta por los integrantes del Instituto Milenio BASE: Dr. Elie Poulin, Dra. Julieta Orlando (U. de Chile), Dra. Léa Cabrol (Instituto de Investigación para el Desarrollo, IRD e Instituto Mediterráneo de Oceanografía, MIO), Dra. Juliana Vianna (Pontificia Universidad Católica de Chile), Dr. Claudio González-Wevar (U. Austral), Dr. Pablo Guerrero (U. de Concepción), Dr. Máximo Frangopulos (U. de Magallanes), Fabiola León (Pontificia Universidad Católica de Chile), Dr. Alejandro Pérez-Matus (Pontificia Universidad Católica de Chile y Núcleo Milenio para la Ecología y la Conservación de los Ecosistemas de Arrecifes Mesofóticos Templados, NUTME) y Nadia Politis. El equipo también contó con el apoyo de Carla Badani (Universidad de Chile) y Diego Ramírez (patrimonioaccesible.cl).