Carlos Vera Vega y su experiencia de reinserción como egresado de la Universidad de Magallanes
2019/10/02Facultad de Educación y Ciencias Sociales, Portada UMAG, noticias
Hace poco, la historia de Carlos Vera Vega (38) se hizo ampliamente conocida en la región tras lograr titularse de psicólogo en la Universidad de Magallanes, después de casi 8 años de haber estado preso en la cárcel de Punta Arenas.
Y es que su ejemplo de reinserción no es cualquiera. Su desplante como profesional y sus ganas de ayudar a los demás en este proceso, le valieron ser el protagonista de un homenaje que Gendarmería y la Seremi de Justicia y Derechos Humanos, le brindó por su exitosa vuelta a la libertad.
Pero este trabajo no es un esfuerzo aislado. La Universidad de Magallanes y Gendarmería están unidas por una historia de colaboración que ha sido reafirmada con la inclusión de personas como Carlos y nuevas posibilidades tanto para internos como para funcionarios a través de un programa de apoyo que cubre los estudios de quienes aspiran a conseguir un título técnico o profesional.
Carlos cursó sus estudios superiores durante 5 años en la UMAG, un paso que consideró necesario y “útil” para salir de cárcel, pero que, con el transcurso del tiempo, fue dando luces de lo que realmente quería en la vida: ser un profesional y, en definitiva -como él mismo lo define- “una ganancia y no un desmedro para la sociedad”.
Conversamos con él y nos contó parte de su experiencia académica, su transición a este logro y su vida ejerciendo la Psicología en Magallanes.
¿Por qué elegiste la carrera de Psicología?
“No fue que yo haya elegido. No es que haya nacido de mí la opción. Nunca las opciones nacen de uno, son opciones y uno las toma pero creo que, en ese momento, hubo personas que me dijeron: ingeniería no, yo creo que lo tuyo va por este lado, entonces yo estaba en una etapa en que me estaba dejando asesorar. Como que me abrí con la gente y escuchaba al resto cuando opinaba. La verdad no tenía mayor conocimiento, para mí eran cosas desconocidas, entonces tampoco podía hacer un análisis. Y eso mismo le he comentado a la gente de Gendarmería cuando me han preguntado sobre los fracasos que han tenido con personas que han venido a estudiar también. Yo les digo, claro, pero ¿quién eligió la carrera? La eligieron ellos y probablemente ese sea el error. Si tú le propones a una persona que elija algo tan importante como lo que va estudiar y en lo que se va a desenvolver y le propones a él elegirlo, a una persona que se ha equivocado toda su vida, esperar que lo haga de forma correcta, no va a suceder.
Entonces me orientaron para que estudiara Psicología. Me entregaron la malla curricular y me dijo una trabajadora social del Penal que se llamaba Paula (no recuerdo el apellido) “tú deberías tomar en consideración esto”. Lo miro y como sentía bastante cercanía con ella, me la llevé para leerla y pese a que no sabía lo que decía y tampoco mucho de esos conceptos, terminé optando por ello. Yo tenía tenía la típica imagen que tienen todas las personas de los psicólogos ligados a la psiquiatría, eso era lo único que sabía, que era similar a un psiquiatra y, además, porque yo iba al psiquiatra en ese tiempo y entendía que podía ser algo similar.
Además de eso, también hubo un psicólogo que interfirió en mi decisión. Se llama Mauro Hernández, hoy trabaja en la BICRIM de la octava región de perito forense de la PDI. Entonces era un psicólogo que la verdad vino a trabajar a Gendarmería y no se llevaba con ningún preso, era bastante reacio, pero conmigo se dio una relación distinta, empezamos a conversar y todos me preguntaban ¿cómo lo hiciste?, ¿porqué hablaste con ese gueón?… En algún momento él me dice “me gusta como usted habla las cosas, me parece interesante, ¿explíquemelo a ver?” entonces empecé a entender que la postura de él era similar a las cosas que yo decía. En algún momento creo que él me señaló que yo debería ser psicólogo y “agarré papa”… seguramente lo dijo como una broma, no sé, pero las bromas en Psicología tienen también un significado… ya con esos antecedentes, decidí estudiar Psicología”.
Tú condena ¿cuánto duró?
“No es la condena, son las condenas. Cuando tienes un patrón delictivo, no es que cometas un solo delito, tú cometes un montón y, por lo general, ya si tienes problemas con la autoridad vas a tener más… cuando tu llegas a un Tribunal, te pueden condenar por los delitos que vas detenido, pero en el camino también se van descubriendo otras cosas.
Si hiciéramos el ejercicio de que, a cualquiera de nosotros no sientan hoy día en la Fiscalía y nos investigan, seguramente vamos a terminar con cualquier causa, incluso hasta por amedrentamiento, por cosas que incluso nosotros no controlamos, cuasi delitos. A cualquiera de nosotros si nos sientan allá abajo y nos quieren hacer una causa, nos van a hacer la causa igual.
De mayor de edad estuve preso 7 años y medio u 8, por ahí”.
¿Fue largo para ti?
“Si lo miro desde ahora, no tanto. Si lo miro en el momento, sí. Tenía 23 años. Hoy tengo 38. Yo salí a los 31 años. Pero también hubo momentos en los que salía y volvía ingresar a los meses.
¿Cómo es reinsertarse en este mundo que es académico después de tanto tiempo preso?
“Es bastante complejo. Lo complejo para mí nace a la hora de… te explico: estás en un lugar, en un medio social distinto, encerrado y con todas las restricciones que puedan existir en ese entonces, y por lo general llegaste ahí porque no tienes instrucción, no tienes estudios. La gente que está en la cárcel no es gente con instrucción, la gran mayoría, al menos. Si me atreviera a dar una cifra diría que gente que no tiene instrucción o muy precaria instrucción educacional es 95% y, además, es gente de escasos recursos, porque en la cárcel no hay gente rica, hay pura gente pobre. Si tú consideras esas dos variables y vives una cantidad de años ahí, vas a vivir y te vas a desenvolver de una forma determinada, vas a aprender a sobrevivir en tu medio.
Aun así yo he hecho el ejercicio que si tuviéramos todas las comodidades de hoy en día y toda la instrucción que quisiéramos y vamos a la cárcel, tendremos que desaprender todo lo que sabemos. Lo he visto en algunas personas. Y contaminarnos con lo que está, sino, no vamos a poder vivir. Entonces si uno está en ese sistema y vive de esa forma, no tengo cómo saber cómo es el mundo de acá afuera, vienes a ciegas. La mayor dificultad de estar acá fue esa, tener poca instrucción educacional, académica, etc. el manejo de sistemas computacionales y el cambio de gente social. Eso impacta.
Allá uno se acostumbra a estar con varones todo el día y, por lo general, somos violentos todos y no estamos preocupados quien esté mirando, somos todos estresados. La gran mayoría de nosotros no estamos ni ahí con lo que vaya a pasar porque estamos tapados en años, si en dos o tres años más que me dé por matarte, no me va a importar. Así que no me molestes, una cosa así. De alguna manera, debes deshacerte de eso afuera, y eso no es fácil y tampoco es rápido, va a ser largo, porque acá te vas a encontrar con chicos que son jóvenes y que son impulsivos y que te pueden hablar fuerte, y hay mujeres que van a hacer lo mismo, entonces te vas a tener que acostumbrar a vivir en un mundo donde además hay mujeres. Más complicado todavía. Es parte del proceso.
Lo que quiero decir es tú no vas separando por la vida lo difícil de lo fácil. Empezaron las clases y tienes que sentarte no más. No voy analizando “esto es lo que me está costando, esto no”. Uno se va regulando en el camino, el medio social ayuda a eso”.
¿Te sentiste discriminado en medio de eso?
No. Muy poca gente sabía que yo había estado preso. Había profesores que sabían pero nunca tuve un problema con eso. Nunca sentí una diferencia ni para bien ni para mal. Eso me jugó a favor. Fue más simple así, yo lo pude asimilar más rápido gracias a eso porque, si no, creo que me hubieran estigmatizado rápidamente.
A algunos amigos que hice acá, yo les comenté después y no me creían. Como que ni me pescaron. Seguí adelante. Cuando hicimos las prácticas, a mi compañero lo mandaron a hacer la práctica allá al penal, y él, estando en la práctica, llega al colegio y le dicen que le gente acá puede salir a la Universidad. Y después le comentan que la mayoría viene de vuelta pero que el único que no había vuelto era yo. Quedó sorprendido. Dijo que nunca se lo hubiese imaginado.
Hay otra cosa que igual te define. Para estudiar carreras largas, profesionales lo que uno requiere es alta tolerancia a la frustración. Convengamos en que la frustración está impregnada de emociones negativas y nosotros, los occidentales, tenemos esa idea mágica que las emociones negativas no son parte de nuestra vida. No debiese ser así y eso es un grave error, porque son parte fundamental de nuestra vida, sin en eso, el mundo no funciona. Si se descontrolan, te hacen mal, pero si tú logras controlarlas puedes tener buenos resultados. Esa fue una parte que igual me costó bastante: tener que tolerar las frustraciones constantes. Después te vas acostumbrando a ello y consiste en aguantar y superar esa barrera.
Ahí me di cuenta, sin embargo, que hubo una parte que me sirvió cuando estuve en prisión, que fue el hecho de poder estar solo y en silencio y sin disrupciones, algo que para un cabro más joven igual puede ser complicado. Entonces como yo ya venía con ese funcionamiento, de estar aislado, sólo en un puro cubículo, tampoco me era tan difícil estar sólo en un lugar y estudiar.
¿Estudiabas mucho?
“Estudiaba como 8 horas diarias y tenía que hacerlo más que los otros chicos, porque obviamente sabía menos. No tenía conocimiento ni siquiera de prender un computador, usar Word, nada de esas cosas.
Una persona que a mí me ayudó bastante aquí adentro de la Universidad fue Ximena Soto (académica de Trabajo Social) cuando se hizo este sistema de tratar de pasarme para acá. Yo estudié en la cárcel para dar la PSU y saqué un puntaje más o menos decente para poder estudiar y me inscribo en la carrera, pero para gestionar eso se requería de algún tipo de convenio entre instituciones.
A partir de ese convenio han salido varios muchachos. Hoy día creo que hay siete acá. Entonces Ximena siempre fue un apoyo importante para mí, al menos en los primeros dos o tres años, después me divorcié de ella (ríe). Al principio ella era mi tutora pero en algún momento empecé a sentir que necesitaba de más autonomía, sobre todo para agarrarme firme con la gente de la carrera. En algunos momentos igual tuve discusiones con los directivos, fui llamado por la decana, porque obviamente los rasgos están, de confrontación.
Estuve varias veces a punto de “tirar la toalla”, pero seguí, recordando la tolerancia a la frustración. Ella siempre me alentaba a seguir, me decía: termina un proceso y empieza otro. Y tenía razón. Le agradezco mucho esa tutoría en mis primeros años de estudio”.
Pero en algún momento ¿se te pasó por la mente estudiar?
“Yo siempre quise estudiar pero no sabía si lo iba a hacer después. Siempre tuve inquietud por las aulas, las clases y todas esas cosas. Antes desertaba del colegio y todo porque la forma en que plantean un colegio de básica o de media es como “fome” entonces no representa ningún desafío tampoco, no era para mí algo interesante. Uno, en cambio, llega a la Universidad y sí es interesante porque de la manera que uno llega, que no sabe hacer nada, se vuelve más interesante. Pero a la vez también es angustiante.
¿Pensaste o reflexionaste que el estudio iba a ser tu paso a la libertad o la reinserción?
“Eso lo hice en la cárcel y yo empecé con el tema del estudio precisamente para salir de la cárcel. Mi objetivo era salir, era mi vía para salir, una fuga diplomática como yo le llamo. Ya había intentado fugas de las otras y todo, y esta vez necesitaba una fuga diplomática a vista y paciencia de todos, y me preguntaban, incluso ¿tú estás cambiando o estas ‘doblando el pantalón’ no más? Estoy doblando el pantalón, toda la vida, hasta que salga, respondía yo a los gendarmes.
En el camino -y yo siempre recalco esto- uno le va agarrando amor a lo que está haciendo. Entonces lo que parte como una estrategia para poder salir de un lugar, termina siendo lo que tú más quieres y lo empiezas a cuidar y empiezas a cuestionarte. Pero tampoco ha sido fácil y aún uno conserva cosas del pasado y las va a conservar pienso yo en la medida que pase el tiempo… talvez van a ir desapareciendo o apareciendo otras, lo importante es manejarlo.
Tampoco creo que estar en la cárcel sea una vivencia tan grave. La realidad es distinta para todos nosotros, pero me atrevería a decir que habiendo visto evidencia en personas, más daño causa una violación que estar preso. Causa más efecto en las vivencias en el futuro, te modifica más. Ahora depende como sea tu cárcel, pero en Chile todavía las cárceles son buenas comparadas con Brasil o Guatemala.
Hay un autor que señalaba que cuando él tenía que analizar una sociedad, lo primero que hacía es ir a las cárceles y que de ahí él establecía un parámetro de lo que realmente era esa sociedad. A través de los delitos de las personas él podía observar cómo era esa sociedad o hasta qué punto podía llegar. Las cárceles son un barómetro de lo que somos, es un ente social.
Y la cárcel como proceso normal, considerando que los seres humanos no somos perfectos y que vamos a tener siempre problemas, debiese considerarse como algo totalmente común. Siempre y cuando lo que tú hagas lo pagues y el proceso normal para salir de ahí sea la reinserción. Lo que tiene que hacer una persona común y corriente y lo esperable es que la persona se reinserte y cuando yo digo reinserción yo no hablo que la persona salga de la cárcel no más, con eso no estoy aludiendo a una simple salida en libertad y que este tipo no caiga más preso, porque eso no tiene ningún sentido. La reinserción, desde mi punto de vista, tiene varias dimensiones, pero si lo tengo que poner en términos abstractos para poder explicar voy a decir que la reinserción va a ser un proceso por el cual, un sujeto que causaba desmedro a la sociedad, pasa a ser un sujeto que es útil a la sociedad y ya no es un desmedro, sino una ganancia.
A mí hoy día me tienen pagando impuestos, pero antes yo tenía pagando impuestos a los demás, entonces es una forma práctica de ver la reinserción social”.
Y en ese proceso ¿tú sientes que es clave Gendarmería, por ejemplo?
“Por supuesto que sí, porque Gendarmería es el encargado de ejecutar tu condena pero también tiene el mandato por Ley de establecer las estrategias y promover los recursos y las facilidades para que eso ocurra.
Y según tu experiencia ¿eso está pasando aquí?
“Yo creo que se puede hacer más pero eso requiere una re estructuración. Y además creo que en el último tiempo se ha avanzado. Es lento pero ha avanzado porque antes no había nada. Hoy se puede hacer, se puede llegar a la Universidad, por ejemplo.
Yo no considero que la cárcel ayude a una persona y que salga mejor de lo que entró. El presidio no creo que cumpla con lo que se requiere. No conozco a ninguna persona que se rehabilite por estar preso. Lo único que conozco es que los impulsos negativos o dañinos crecen, tienden a salir más violentas y tienden a perpetuarse”.
¿Son casos aislados entonces?
Sistemático no es, al menos. Hay que apoyar el proceso. Hay profesionales dentro que están interesados, sí. Gendarmería está interesada en hacerlo, pero la pregunta es cómo lo hacemos nosotros como sociedad.
Te has dedicado a analizar el sistema carcelario…
“Lo que yo siempre comento es que… hay una parte que a mí me gusta. Una vez un psicólogo me dijo: yo daría lo que fuera por estar en la cárcel. Y yo le respondo ¿por qué? Me dice: porque la cárcel es un lugar experimental absoluto.
Y claro, yo pasé muchos años ahí donde aprendí bastante de la cultura de las personas, de la gente, los seres humanos, cómo pensamos, todo el tema, pero también me puse a analizar el sistema. Si eres capaz de analizar los pasos de tus compañeros sabes que el que está allá al lado va a dar 12 pasos, y si da 13, es porque algo raro está pasando, y por lo general, cuando ocurren cosas raras en la cárcel, no son buenas… es instintivo, tú ya lo sabes. Si analizas esas cosas, es obvio que tienes tiempo pata analizar el sistema entero”.
¿Cómo fue aprender aquí en la Universidad?
“El tema de la Universidad yo sí puedo hablar de formación. Lisa y llanamente para mí fue formación. Siento que tengo formación académica y nunca lo dejé de sentir. Fíjate que la gran cantidad de cosas que aprendí acá se vienen a complementar con todas las cosas que uno sabe de la vida. Y además entré a una carrera en que ambas cosas van de la mano, puedo analizar a las personas, al medio, etc.
Entonces, a partir de eso, pude empezar a colocarle nombre a las cosas, a procesos que ya sabía pero no tenía idea lo que eran en ese entonces y eso ya me da control, una sensación de control, y al suceder eso, bajan los rasgos más patológicos de uno. Ese lado fino lo vine a aprender acá.
Y eso tiene una repercusión en tu persona y es inevitable que la gente te escuche, hable contigo o que los demás te observen y, con los años, al ver que eso se fue perpetuando y al ver que eso fue constante, la gente también empieza a bajar su resistencia con uno y, por ende, se empiezan de nuevo a configurar los lazos que en algún momento se rompieron”.
¿Qué se viene para ti a futuro?
“Me gusta el tema de la criminalidad. Muchos colegas míos no lo hacen por el tema que se trabaja con delincuentes, abusadores, etc. pero mi trabajo es ser objetivo. ¿Por qué el psicólogo no puede explicar la conducta de ese sujeto si uno no lo está excusando?
Tengo pensadas otras áreas también. A través de todo este proceso, uno adquiere un rol social y estoy comprometido bastante con la reinserción social de las personas, no solamente de las personas que han caído presas, sino cualquier persona que se quiera reinsertar socialmente.
Quisiera igualmente, en el futuro, preparar charlas que pueda dar en diferentes lugares, ya sea en públicos o privados, y no sólo de rehabilitación o reinserción social, sino de cómo salir adelante de las dificultades, de la mediocridad.
Y seguir estudiando, siempre, porque si yo quiero ayudar al resto, tengo que estar bien preparado”.