Uno de los grandes cambios vividos por las universidades del Estado durante el mandato de Michelle Bachelet, dice relación con su forma de relacionarse entre ellas y con el Ministerio de Educación.
Desde 2015, la habitual entrega de los fondos basales se hace a cambio del cumplimiento de un Convenio Marco, donde cada institución estatal se compromete a mejorar su desempeño. Al concentrar apenas el 15% de las matrículas a nivel nacional, las 18 universidades estatales cambian la lógica de la competencia por la de la colaboración, funcionando unidas para fortalecer mutuamente sus debilidades, y nivelar su calidad, independiente de su ubicación geográfica. Así nacen las redes de gestión, vinculación, pregrado, arte, cultura y patrimonio, comunicaciones, aseguramiento de la calidad, análisis institucional, prevención de consumo estudiantil de drogas, coordinación e investigación.
Una de las primeras redes de investigación se formó entre las Universidades de Magallanes (UMAG), de Antofagasta (UA) y de la Frontera (UFRO), para estudiar organismos y ambientes extremos. Recientemente, lanzaron un concurso para favorecer la realización de estudios conjuntos. Cuatro proyectos ganaron; uno de ellos es la Red NEXER-UMAG, que reúne a una treintena de investigadores y a más 5 instituciones dedicadas a la ciencia y a la educación, bajo la dirección de la UMAG.
Ambientes y organismos extremos
El Doctor en Oceanografía y coordinador de investigación del Centro de Investigación GAIA Antártica (CIGA), Ricardo De Pol-Holz, es el director de NEXER-UMAG, una iniciativa que concluye en octubre de 2020, y que reúne a varios investigadores con distintos proyectos individuales, en función de un tema general.
“Lo que hicimos, básicamente, fue juntar a mucha gente bajo un paragua conceptual, que era decir ‘estudiemos dinámica del carbono en esta región extrema, y comparémosla con otras regiones extremas’”, dice De Pol, y agrega que “tenía que haber, por obligación, un investigador de cada universidad”. El resultado fueron 7 grupos de investigación, dentro de cada cual hay un investigador principal que, con fondos concursables, está ejecutando un proyecto propio y relacionado. Con esto se financian los estudios porque, como explica De Pol, los recursos del convenio marco se destinan, básicamente, a “generar la cohesión, de tal manera de ofrecer puntos de encuentro, pasajes, algunas cosas esenciales. Obviamente, lo que vamos a hacer es mucho más caro que los 70 millones que tenemos al año”.
Estudiar la dinámica del carbono en el Antropoceno – que es el título que escogieron para respaldar la propuesta de una nueva era geológica que dejó atrás al Holoceno, por la incomparable influencia que ha tenido la especie humana en el devenir del planeta – es vital para comprender el cambio climático y el calentamiento global.
En lógica participativa
Este proyecto “tiene un montón de colaboración internacional”, dice De Pol con satisfacción, a propósito de alianzas con universidades e institutos de investigación de otros países. También ha logrado colaboración regional, como con la Wildlife Conservation Society (WCS), fundación que, a cambio de levantamiento de información técnica y datos del Parque Karukinka que mantienen en Tierra del Fuego, les facilita infraestructura y logística gratuita, en un lugar de la Patagonia que tiene conectividad y condiciones apropiadas para el estudio actual y futuro del carbono.
“Por ejemplo”, cuenta el investigador, “hay un valle completo, el Valle de la Paciencia, o varias partes de Karukinka, donde van a eliminar al castor, completamente. Entonces, queremos ver cómo funciona la dinámica del carbono en estos ambientes que ya están modificados por la presencia del castor, que es un efecto antropogénico en el fondo, porque es especie introducida”. La intención de los científicos es ver cómo están, en este momento, flujos de gases invernadero, vías metabólicas, condiciones biogeoquímicas de los esteros y ríos, organismos costeros, condiciones ambientales y otras líneas de base, en un lugar acotado, para una vez que se extermina el castor, monitorear como cambian en el tiempo. “Ése es el valor de hacerlo el Karukinka”, sentencia De Pol, “porque no podemos estudiar la región completa”.
El biólogo marino valora el establecimiento de estas alianzas virtuosas aquí en Magallanes, “porque somos muy pocos actores, y aquí todas las manos sirven”. De hecho, también quieren incorporar a la ciudadanía en el monitoreo, específicamente, en Puerto Williams, donde ya realizaron la primera toma de muestras para una serie de tiempo de radiocarbono atmosférico en la comuna de Cabo de Hornos. Básicamente, tomaron aire atmosférico en una botella.
“Vamos a empoderar a la sociedad – asegura el director de la red – para que lo vayan a tomar los chicos del colegio, etcétera. Imagínate cómo sería para la gente de Puerto Williams saber que ellos están siendo los verdaderos centinelas del cambio global. Porque esa medición de radiocarbono es una medición directa de cómo está funcionando el océano austral, entonces es una cuestión que afecta globalmente. Y no hay ni una serie de tiempo tan al sur. Ninguna”.
Proyecciones de un polo sexy
Hay una expresión con la que los investigadores califican aquello que es muy interesante: ‘sexy’. Dicho adjetivo aplica para una región que tanto puede aportar en la caracterización del Antropoceno. La creciente migración de científicos y la fuerte inversión estatal en centros de investigación, son datos que confirman su atractivo.
Para De Pol esto es una oportunidad. De hecho, por eso es posible NEXER-UMAG, “iniciativa súper novedosa en términos de asociatividad de universidades estatales, que es la manera como vamos a poder salir adelante”, afirma. “Esto tiene que ser el trampolín para que muchos de los investigadores, puedan postular con estos datos base a fondos de investigación. Ésta es una primera acción como para poder equiparar un poco la balanza en ese sentido”.