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Parque Etnobotánico Omora – Universidad de Magallanes

30 de Abril del 2021

Artista visual muestra la unión de las artes y las ciencias: trabajó dos propuestas con el viento en Puerto Williams

Si ayer la artista visual Claudia Vásquez aprovechó el marco escénico de la zona central, del desierto de Atacama o del Parque Huerquehue en la región de La Araucanía, su última conquista fue enfrentarse al viento, en el corazón de isla Navarino, y demostrar que sí existe la integración de las artes con la ciencia y las humanidades.

Fueron tres semanas que habitó en Puerto Williams y trabajó en el Parque Omora, gracias a una residencia apoyada por la Universidad de Magallanes (UMAG) y Fundación Omora, que le permitió llegar por primera vez a la comuna más austral de Chile y “empaparse” de la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos en la Región de Magallanes y Antártica Chilena.

Esta artista, egresada de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, fue al encuentro del viento magallánico, pero ese viento que sopla con fuerza, muy distinto al que recorre las otras latitudes del país. Fue a encontrarse con ese viento que tiene la influencia de la región subantártica y de los mares australes.

Tras este primer viaje quiere regresar a futuro: “Mi propuesta para los años venideros es generar un plan de intervención que aune el espíritu del arte con la ciencia, de modo de desarrollar nuevas colaboraciones, tanto con la Fundación Omora, como con otras instituciones que tengan entre sus intereses investigativos el viento”.

Y agrega: “El poder conocer y comprender parte del quehacer científico, como algunas de las investigaciones desarrolladas en el Parque Omora, ha permitido situarme en un nuevo lugar de reflexión en torno al paisaje, por ejemplo: el programa ‘Turismo con Lupa’, posibilitó el desarrollo de mi proyecto de intervención en miniatura”.

Claudia Vásquez recuerda que fue en el año 2007 que comenzó a desarrollar prácticas de artes en la naturaleza en el desierto de Atacama “Desde ese momento surge el interés y la oportunidad de comenzar a trabajar en el paisaje tanto, a nivel emocional como conceptual”.

Recuerda que “la última residencia en que participé aconteció en el Parque Nacional Huerquehue (Region de La Araucanía) en octubre del año 2020, durante ese periodo establecí la primera conversación con el profesor Ricardo Rozzi, quien me dio a conocer su investigación desarrollada en el Parque Omora. A partir de ello surge mi curiosidad e interés de experienciar las actividades de extensión que se realizan en el lugar. Es decir, los programas de ‘Turismo con lupa’, ‘Monitoreo de las aves’ –que realiza metódicamente el ornitólogo Omar Barroso — y el programa de cercanía con las aves llamado Experiencia corazón a corazón”.

Así ideó las dos propuestas artísticas. La primera fue la intervención en el paisaje del Parque Omora, con escritura en miniatura de carácter efímera. Para ello uso pequeñas letras de las “sopas de letras” de fideos. Allí escribió textos de Charles Darwin, del profesor Rozzi y de ella misma que invitan a reflexionar sobre aspectos simples y profundos del valor de estar vivos.

Preparó seis textos y se preguntó dónde los colocaría. Y eligió sobre troncos, directamente sobre los senderos, campo de turba o sobre el puente que es parte del escenario del parque Omora.

“Fue un reto maravilloso realizar escritura efímera en el bosque, donde su forma, rugosidades y texturas se manifestaban como los retos para llevar a cabo mi propuesta, la cual era escribir en el lugar, utilizando letras en miniatura para construir diversos textos reflexivos en torno a la naturaleza”, relata, al explicar que los textos fueron afirmaciones o preguntas que se desplegaban bajo la lógica de construir una gran línea. Una idea materializada en una línea.

La segunda propuesta, se vinculó a la investigación en torno al viento en Punta Gusano, la cual pudo concretar con apoyo de la Armada y consistió en usar una tela liviana de 120 metros cuadrados de color anaranjado, atada a la baliza que es parte de la señalización marítima que orienta a los navegantes. La tela se vio manipulada por la acción del viento y simultáneamente Claudia Vásquez se relacionó corporalmente con la tela a modo de performance.

Fue un espectáculo sublime donde el viento moldeó la figura de la tela y la intervención artística pudo ser vista incluso desde la bahía de Puerto Williams.

Ambas propuestas quedaron registradas de manera audiovisual y ahora la artista está abocada a la edición de todo el material para decidir de qué forma y metodología difundirá su encuentro con el viento a orillas del canal Beagle.

Por ello igual está agradecida del apoyo de Omar Barroso y Gabriel Leiva que la apoyaron en los registros gráficos y audiovisuales, como también de una manera mágica Brandon Barbosa, documentalista y navegante de la vida.

Claudia Vásquez dice que le importaba conocer del parque Omora, la metodología en que se daba a conocer o forma de extensión del parque, el ecoturismo con lupa, el monitoreo de aves y el encuentro directo con la zona.

“Lentamente comencé a coordinar la residencia con el profesor Rozi teniendo como foco creativo el Parque y las investigaciones realizadas en torno a este. Ya en Puerto Williams, conocí a un grupo de científicas y científicos, que de una u otra forma colaboraron con mi residencia. Dentro de este grupo de personas se encuentra, Elke Schuttler. Debo mencionar también, que no solo las personas cautivaron mi interés, pues cada vez que salía de la estación de campo de la UMAG el viento de la isla Navarino no pasaba desapercibido” resume.

Las barreras del viaje

Las restricciones impuestas por la pandemia, que acecha al mundo, no estuvieron exentas para retrasar el viaje de Claudia Vásquez a Puerto Williams, quien hubiese querido viajar en el verano, pero recién pudo hacerlo cuando la comuna Cabo de Hornos levantó restricciones tras una cuarentena.

Tras llegar a Punta Arenas, a mediados de marzo, viajó vía marítima en el ferri “Yaghan” a Puerto Williams. Para ella esas 34 horas de navegación sirvieron para ir desconectándose de la vida ciudadana y comenzar a sentir en los canales fueguinos como aparecía el viento.

“Fue un acercamiento conmovedor llegar a Puerto Williams navegando por los canales de la Patagonia, donde muchas veces el silencio y la inmensidad se convirtieron en compañeros de viaje.  Para mí, el Cabo de Hornos no es el fin del mundo, por el contrario, creo que ahí se inicia el mundo”, describe la artista visual.

Rápidamente el viento la impactó porque sintió que era muy distinto al que ella conocía en la zona central del país. Después fue encontrándose con la comunidad de Puerto Williams. Al comienzo se sentía observada, acusándose claramente que ella era foránea, pero al pasar los días fue conversando con los habitantes y todo fluyó muy rápido.

“Respecto a mi relación con la comunidad, muchas veces al conversar con ellos, parecía que nos conocíamos hace mucho tiempo……cómo olvidar a la señora Teresita, a Miguel y a tantos otros, a quienes cuando les comentaba que realizaba un proyecto de arte y ciencia, rápidamente lo relacionaban con el Parque Omora”, dice Claudia Vásquez.

Así también constató, al hablar con algunos habitantes, que una persona era de Arica, otro de Concepción y otra de Talca, pero le llamó la atención que el denominador común en muchos de ellos fue el amor que los radicó en una zona como Puerto Williams donde habían llegado para trabajar por dos o tres meses y ya completan cinco o seis años porque han formado familias.

Pero el encontrarse con la geografía de la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos le despertó las ansias por llegar a otros rincones de la zona y repetir otra perfomance con el viento. Así lo sintió cuando dejó Puerto Williams y en su viaje vía aérea a Punta Arenas se imaginó como sería situarse en otros parajes prístinos que ofrece el territorio subantártico.

La artista visual se ilusiona que ello lo pueda concretar en dos años más, pero necesitará de mayor financiamiento. “Tuve la gran fortuna de contar con la colaboración de Gabriel Leiva (fotógrafo) y de Brandon Barbosa (documentalista), para desarrollar el registro de la intervención realizada en Punta Gusano. Estas colaboraciones se generaron de manera bastante espontánea, pero, indudablemente, es un aspecto a desarrollar formalmente, en mis fututos proyectos”.

Claudia Vásquez ya completa otra perfomance con el viento. Así como fue en la costa del litoral desde la Casa Cultural Poli, donde se desplegó en un acantilado y las oleadas del viento eran más lentas y sensuales; luego en Tilquilco, que también es zona ventosa, la tela registraba un movimiento delicado, pero no menos bello, en Punta Gusanos, a orillas del Beagle, literalmente se encontró con la brutalidad del viento. Por ello admite que necesita cerrar el ciclo de investigaciones en torno al viento.

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