Nuevas tecnologías están mejorando la eficiencia y el desempeño ambiental de uno de los sectores protagonistas del mundo exportador, que hoy busca aumentar también el consumo interno de esta proteína.

Salmón del Atlántico, Salmón del Pacífico y Trucha Arcoíris son las tres especies que se cultivan en Chile. El crecimiento de la industria del salmón, fácilmente, puede ser comparable con el crecimiento de la del vino o la de las frutas en los últimos 20 años, afirma Pablo Gallardo, director del Departamento de Ciencias Agropecuarias y Acuícolas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Magallanes, quien valora las excelentes condiciones ambientales que tiene nuestro país para la producción.
‘Temperatura del agua, nivel de oxígeno, entre otras, comparadas con el ambiente endémico del salmón, en el hemisferio norte, hicieron prosperar mucho la industria chilena, ya que la tasa de crecimiento es mayor y los ciclos productivos alcanzan la talla comercial antes’, comenta el investigador.
Además, el profesor de la Universidad de Magallanes destaca la inversión extranjera que ha traído consigo la transferencia de conductas empresariales más eficientes, como por ejemplo el mejoramiento de los puestos laborales de ciertas localidades, en términos de remuneraciones y capacitaciones.
Lo anterior ha permitido aumentar la eficiencia productiva, las adaptaciones tecnológicas desde el hemisferio norte en temas relacionados con acciones productivas específicas, tales como cultivo en estanques en tierra con sistemas de recirculación, automatización de los muestreos, alimentación, vacunación, cosecha, entre otros.
‘Los aspectos nutricionales han sido otra línea de gran desarrollo, principalmente con la incorporación de ingredientes de reemplazo a la harina y aceite de pescado, disminuyendo así el impacto ambiental’, comenta Gallardo.
Los retos de la industria
No obstante, siempre hay desafíos. Uno de ellos es lograr alimentar a más chilenos con salmón, lo cual podría fomentar su cultivo. ‘Es necesario encontrar la forma de aumentar el consumo de salmón en Chile y generar así un sentido de pertenencia de este alimento entre los chilenos, así como ya lo tienen los pollos, cerdos, vacunos y otros tipos de carne terrestres’, afirma el investigador.
De esta manera, podrían disminuir notoriamente las barreras y prejuicios que la industria enfrenta. Otros retos serían aumentar el cultivo offshore; los sistemas de recirculación en tierra más eficientes; el uso de energías renovables no convencionales; el mejoramiento de los ingredientes del alimento usando recursos naturales locales; y el reforzamiento y reordenamiento de la gobernanza estatal, para una mejor fiscalización y control, sobre todo, pensando en las localidades productoras más apartadas.
En el ámbito tecnológico, Felipe Hurtado, director del Doctorado en Acuicultura de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, destaca el rol de los proveedores, quienes —por medio de la innovación— proveen avances que le permiten a la industria ser más eficiente.
‘Los sistemas de alimentación son cada vez más sofisticados, justamente, para monitorear todas las variables, entre ellas, temperatura y oxígeno’, afirma.
Coincide en este punto el profesor Gallardo, que valora los software que monitorean y controlan, incluso, los parámetros medioambientales, tales como temperatura, concentración de oxígeno y pH; al igual que los aspectos biológicos que tan relevantes se han vuelto de cara al cambio climático. ‘Además, se está avanzando mucho en inteligencia artificial (IA) aplicada a diferentes ámbitos del cultivo, tales como el control de bioadherencias en redes y control de ectoparásitos, entre otros’, concluye el académico.